Pippa, la gata que cuida de una niña diabética
Pippa es una preciosa gata de dos años, es juguetona, vivaz y tiene ese aire noble que reluce en las criaturas casi sobrenaturales, que saben mucho más de lo que creemos. Tanto es así, que esta simpática gata de colores blanco y negro, es ahora el ángel de la guarda de una niña diabética de 8 años.
Esta amistad comienza cuando la familia de Mia pensó que era el momento de ampliar la familia adoptando a un amigo más, a un gato con el que compartir el día a día en el hogar.
Se dirigieron a un refugio de animales, quedándose prendados al instante de una gatita blanca y negra. Nunca se sabe muy bien qué es lo que ocurre, pero hay momentos en que se establece una unión repentina, intensa y casi inexplicable entre un animal y un humano, que no sabríamos muy bien cómo definir con palabras, y esto es lo que ocurrió entre Mia y su gata, a la que llamó Pippa.
Hemos de añadir un dato importante en esta historia: Mía padece diabetes tipo 1, y para poder controlar sus niveles de azúcar en sangre, debe hacerse entre 6 y 8 test diarios. No obstante, la niña ya está más que acostumbrada, es parte de su vida y como tal, ha asumido esas pequeñas rutinas, sin embargo, sus padres tienen cierta ansiedad porque la niña suele sufrir hipoglucemia nocturna, es decir, es precisamente por las noches cuando tiene las bajadas de azúcar más graves e impredecibles.
¿Sabes lo que ocurrió a los pocos meses de que Pippa llegara a casa? Algo extraordinario. Era de noche, y de pronto, los padres de Mia se encontraron con que la gata estaba sobre la cama del matrimonio maullando muy nerviosa, clamando su atención. Laura, la madre de Mia, no pudo más que calmar al animal y llevarla de nuevo fuera, pero la gata, se empeñó en que debían seguirla. Los acompañó hasta el cuarto de la niña y se subió a la cama, fue entonces cuando se dieron cuenta de que Mía no reaccionaba, estaba desmayada, había sufrido una bajada de azúcar.
En los siguientes 7 meses, la gata les alertó de 20 nuevas bajadas. ¿Es esto posible? ¿Puede un gato notar, percibir, oler esa descompensación en nuestro organismo? Desde luego. De hecho, se sabe que entrenan a muchos perros para que identifiquen las bajadas de azúcar de pacientes diabéticos. No obstante, Pippa es un felino y nunca ha sido adiestrada para ello. De hecho, varios médicos y científicos han estudiado el caso por lo poco común, puesto que no se sabía hasta el momento que los gatos también tuvieran esta facultad, lo cual es algo extraordinario a la vez que maravilloso.
A día de hoy Mía sigue en manos de los médicos para intentar controlar su hipoglucemia nocturna, pero todos “respiran” un poco más tranquilos sabiendo que ella está ahí, que su gata, la cariñosa y perspicaz Pippa, duerme a su lado con un ojo abierto. Como un ángel de la guarda dotado de un don muy especial para esta niña británica.
Pippa, la gata que cuida de una niña diabética
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